dilluns, 1 de febrer del 2010

Salvas en las Marianas

"Una página pintoresca de la historia del fin del imperio español es la conquista de la Isla de Guam por el comandante del buque Charleston, Henry Glass. El día 20 de junio de 1898, el Charleston entró en la bahía de esta isla perteneciente al archipiélago de las Marianas, también llamadas Islas de los Ladrones, y empezó a bombardear el fuerte de Santa Cruz. Al poco rato, un oficial español subió a bordo del Charleston y pidió perdón a Glass por no haber contestado a sus salvas de saludo, por falta de cañones. El norteamericano le dijo que no eran salvas sino cañonazos, pues los dos países estaban en guerra desde hacía dos meses. El gobernador de la isla, don Juan Marina, sólo se avino a entregar las armas cuando se convenció de que era exacta la información que le daba el comandante del Charleston."

Luis Carandell, Memoria del 98 (El País).

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"Nos disponíamos á embarcar en el bote sin sospechar siquiera lo que pocos momentos después habíamos de saber, y sobre todo después de haber oido la opinión del Capitán del Puerto, según la cual aquella flota americana vendría de paso para los puertos de la costa de China visitando al mismo tiempo algunos de los nuestros á fin de entibiar la tirantez de relaciones que desde algún tiempo antes venía existiendo entre los Estados-Unidos y España. En este mismo instante observamos que el crucero empezó á hacer disparos que eran confusamente oidos en el sitio donde nos encontrábamos á causa de la contraria dirección del viento, pero se distinguían perfectamente los fogonazos; trece cañonazos pudimos contar, y aunque ya tan extraño número de disparos podía habernos hecho sospechar algo, ó por lo menos causarnos extrañeza, nada de esto ocurrió sino que al contrario, según el mismo Sr. García y Gutierrez los barcos "venían como amigos y aquellos disparos eran las salvas de ordenanza saludando á la Plaza". Y la verdad, poco acertado estuvo aquél día en sus opiniones el Capitán del Puerto, pues claramente se vé que hubo detalles más que suficientes para sospechar, de modo evidente, antes de nuestra llegada á bordo del crucero lo que ocurrió después; verdad es, también que la ignorancia en que estábamos de lo que pasaba por el resto del mundo desde hacía dos meses, la sorpresa de encontrarnos, en vez del correo de Manila, con cuatro vapores americanos de tal tonelaje, cosa nunca vista en Marianas, y la precipitación y deseo que teníamos de saber lo que era aquello, contribuyeron muy mucho á ofuscar la mente en aquellos momentos y á tal punto que antes de embarcarnos en el bote, todavía García Gutierrez se detuvo unos minutos en su casa para escribir una carta al Gobernador manifestándole que "estaba entrando una escuadra americana en el Puerto y había hecho los saludos de ordenanza á la Plaza" y lo ponía en su conocimiento para que, si lo consideraba oportuno, viniese á Piti, como se había hecho en otras ocasiones con otros buques de guerra extranjeros, la Sección de Artillería de Agaña con sus cinco cañoncillos para contestar al saludo reglamentario."


Memorias de José Romero Aguilar.

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