diumenge, 12 de març de 2023

The 2022 Best Iceberg movies


 

Golden Iceberg: The power of the dog, directed by Jane Campion.

Silver Iceberg: Atlantic, directed by Jan-Willem van Ewijk.

Bronze Iceberg: Don't look up, directed by Adam McKay.

+-+-+

El buen patrón, dirigida por Fernando León.

Boiling Point, directed by Philip Barantini.

dissabte, 25 de febrer de 2023

Los mejores libros del Iceberg de 2022


 

 

Iceberg de Oro: Vida y destino, de Vasili Grossman.

Iceberg de Plata: Voces de Chernóbil, de Svetlana Alexiévich.

Iceberg de Bronce: Las palabras justas, de Milena Busquets.

 +.+.+

4º: Para los míos, de Juanjo Sáez.

5º: Ejército de caballería, de Isaak Bábel.

diumenge, 5 de febrer de 2023

Stalingrado


 

Cuando salieron del Estado Mayor del regimiento, la tarde era fría y luminosa. Apenas puso un pie en el patio asfaltado de la fábrica de tractores, Krímov sintió el peligro de muerte con mayor nitidez e intensidad que nunca antes en su vida.

Pero al mismo tiempo, se sentía preso de entusiasmo y felicidad. El mensaje cifrado llegado de improviso del Estado Mayor del frente parecía confirmarle que en Stalingrado todo era diferente; allí existían otras relaciones, otros valores, otras exigencias respecto a las personas. Krímov volvía a ser Krímov, ya no era un mutilado en un batallón de inválidos sino un comisario de guerra bolchevique. Aquella misión, difícil y peligrosa, no le daba miedo. Era tan dulce y agradable leer de nuevo en los ojos del comisario de la división, en los ojos de Pivovárov, la expresión que siempre había visto en los colegas del Partido...

Un soldado yacía muerto en el suelo entre los restos de un mortero y el asfalto levantado por una explosión. 

Quién sabe por qué, ahora que Krímov se sentía rebosante de esperanza, exultante, la visión de este cadáver le impresionó. Había visto muchos cadáveres antes, tantos que se había vuelto indiferente, pero en ese momento se estremeció: aquel cuerpo, tan lleno de muerte eterna, yacía como un pájaro, indefenso, con las piernas dobladas, como si tuviera frío.

Un instructor político vestido con un impermeable gris y arrugado pasó corriendo, sosteniendo en lo alto un macuto bien lleno, mientras los soldados arrastraban con una lona impermeable minas antitanque entremezcladas con hogazas de pan.

El muerto, sin embargo, ya no necesitaba ni pan ni armas, no esperabas las cartas de su fiel esposa. Su muerte no le había hecho fuerte, sino más débil, un gorrión muerto al que no temen las moscas ni las mariposas.

Unos artilleros estaban instalando un cañón en la abertura de un muro y discutían con los operadores de una ametralladora pesada. Por sus gestos Krímov pudo hacerse una idea aproximada de lo que estaban discutiendo.

¿Sabes cuánto tiempo lleva aquí nuestra ametralladora? Vosotros todavía estabais holgazaneando en la orilla izquierda cuando nosotros ya habíamos comenzado a disparar.

¡Un puñado de sinvergüenzas, eso es lo que sois!

Se oyó un aullido en el aire y un obús impactó en un rincón del taller. Los cascos golpearon contra las paredes. El soldado que abría paso a Krímov se volvió a mirar para asegurarse de que el comisario seguía vivo. En espera de que le alcanzara, dijo:

No se preocupe, camarada comisario; nosotros consideramos esto la segunda línea, retaguardia profunda.

Pocos después Krímov comprendió que el patio junto al muro del taller era un lugar tranquilo.

Tuvieron que correr, tirarse boca abajo, luego volver a correr y de nuevo echarse cuerpo a tierra. Dos veces se vieron obligados a saltar a las trincheras ocupadas por la infantería, corrieron a través de los edificios en llamas donde en lugar de haber gente solo silbaba el hierro...

Al menos no hay bombarderos lanzándose en picado dijo el soldado para reconfortar a Krímov, y añadió: Vamos, camarada comisario, metámonos en aquel cráter.

Krímov se dejó caer en el fondo de aquella fosa producida por una bomba, y miró hacia arriba: el cielo azul seguía estando sobre su cabeza y su cabeza estaba todavía sobre sus hombros. Causaba una extraña impresión sentir la presencia humana solo a través de la muerte que los hombres enviaban de todas partes, que aullaba y cantaba sobre su cabeza.

Y no resultaba menos extraño sentirse tan protegido en un cráter que había sido excavado precisamente por la pala de la muerte.

El soldado, sin darle tiempo a recobrar el aliento, le ordenó:

¡Sígame!

Y se arrastró a través de un pasadizo oscuro que apareció en el fondo de la fosa. Krímov se metió con dificultad detrás de él. Enseguida el estrecho pasadizo se ensanchó, el techo se hizo más alto y penetraron en un túnel. Bajo tierra aún se oía el rumor sordo de la tormenta que se desencadenaba en la superficie, el techo tembló y se oyeron repetidos estruendos en el túnel. Allí, donde se apiñaban tubos de hierro fundido y se ramificaban cables oscuros del grosor de un brazo humano, alguien había escrito con letras rojas sobre la pared: "Majov es un burro". El soldaldo encendió la linterna un momento y dijo:

Los alemanes están justo encima de nosotros.

Enseguida se desviaron por un pasadizo estrecho y se abrieron paso hacia una mancha gris pálido apenas perceptible. La mancha se hizo cada vez más clara y luminosa al fondo del pasadizo al mismo tiempo que las ráfagas de las metralletas y el rugido de las explosiones se volvía más fiero.

Por un instante a Krímov le pareció que estaba a punto de subir al patíbulo. Pero de pronto salieron a la superficie y lo primero que vio fue el rostro de varios hombres que estaban divinamente tranquilos.

[...]


La diferencia consistía en el hecho de que la victoria de Moscú había servido, fundamentalmente, para cambiar la actitud hacia los alemanes. El temor místico hacia el ejército alemán se desvaneció en diciembre de 1941.

Stalingrado, la ofensiva de Stalingrado, contribuyó a crear una nueva conciencia en el ejército y en la población.

Los soviéticos, los rusos, comenzaron a verse de otra manera y a comportarse diferente respecto a la gente de otras nacionalidades. La historia de Rusia comenzó a ser percibida como la historia de la gloria rusa, y no como la historia de los sufrimientos y humillaciones de los campesinos y los obreros rusos.


Vasili Grossman, Vida y destino.


dissabte, 4 de febrer de 2023

diumenge, 2 d’octubre de 2022

Every day is a lullaby

 
Do you want me or do you not?I heard one thing, now I'm hearing another.Dropped a pin to my parking spot.The bar was hot, it's 2 am, it feels like summer.
Happiness is a butterfly,Try to catch it like every nightIt escapes from my hands into moonlight.Every day is a lullaby.I hum it on the phone like every nightAnd sing it for my babies on the tour life.
If he's a serial killer, then what's the worstThat could happen to a girl who's already hurt?I'm already hurt.If he's as bad as they say, then I guess I'm cursed.Looking into his eyes, I think he's already hurtHe's already hurt.
I said, "Don't be a jerk, don't call me a taxi".Sitting in your sweatshirt, crying in the backseat.I just wanna dance with youHollywood and Vine, Black Rabbit in the alley,I just wanna hold you tight down the avenueI just wanna dance with you.
Baby, I just wanna dance,With you.
Left the canyon, drove to the clubI was one thing, now I'm being another.Go down to Sunset in the truck,I'll pick you up if you're in town on the corner.
Happiness is a butterflyWe should catch it while dancingI lose myself in the music, baby.Every day is a lullaby,Try to catch it like lightningI sing it into my music, I'm crazy.
If he's a serial killer, then what's the worstThat could happen to a girl who's already hurt?I'm already hurt.If he's as bad as they say, then I guess I'm cursed.Looking into his eyes, I think he's already hurt.He's already hurt.
I said, "don't be a jerk, don't call me a taxi"Sitting in your sweatshirt, crying in the backseat.I just wanna dance with you.Hollywood and Vine, Black Rabbit in the alleyI just wanna hold you tight down the avenueI just wanna dance with you.
With you.

Happiness is a butterfly, Lana del Rey.

Let the sun shine on me

 

 


You gotta let the sunshine,

you gotta let the sunshine in,

the sunshine on me.


Let the Sunshine in, Galt MacDermot.

Away from today

 

I hit the ground runningRunning all the way from sin.She stole my heart fasterThan the bullet that I put in him.She took the case and I grabbed the wheels.She taught me to fend and taught me to steal away.
My hands are shaking, my knees are so weak,The rush I crave the long you seek.
AwayAway from today
I open my eyes and roll to my side,And the surprise of the morning sun.She took to the road and left me aloneBefore a heartbeat begunSo I drove through the nightAnd chased it 'til light.The hunt lasted days, I thought I'd lost my wayBut there she lay
But my hands are stainedMy tears are blackWatch me as I turn my back and go

AwayAway from today.

Away from today, Dan Croll.

dissabte, 2 de juliol de 2022

Dios lo ve


 

¿Por qué cuidar aquello en lo que nadie va a fijarse? Una entretela bien meditada, un código programado con pulcritud, un bajorrelieve escondido. Por aquello que dijo Luytens: Dios lo ve.

Con la edad uno pule su relación con lo inútil. No solo entiende su importancia, sino su papel redentor. Ante el horroroso afán de lo rentable elijo caminar del bracete con lo que no tiene valor. Ese rato mirando por la ventana, ordenando los discos, limpiando con cariño la bicicleta o haciendo el muerto en el mar; ese rato que no se puede pesar ni medir favorece un estado mental en el que el mundo simplemente nos acepta siendo, sin tener que demostrar nada.

Aquellos versos de Erri de Luca:

Considero un valor ahorrar agua, reparar unos zapatos, / callar a tiempo, acudir a un grito, pedir permiso antes de sentarse, / saber dónde está el norte dentro de una habitación, / saber el nombre del viento que está secando la ropa.


Agua y jabón, Marta D. Riezu.

dissabte, 28 de maig de 2022

Prischepa

Me dirijo a Leshniuv, donde se ha instalado el estado mayor de la división. Mi compañero de viaje, como de costumbre, es Prischepa, un joven del Jubán: bellaco incansable, comunista intachable, futuro trapero, sifilítico despreocupado y tardo embustero. Viste largo y estrecho caftán de paño fino y un bashlyk de plumón que le cae sobre la espalda. Estuvo hablando de sí mismo todo el camino. Y no he podido olvidar su historia:

Hace como un año, Prischepa huyó de los blancos. En represalia, estos tomaron como rehenes a sus padres y los asesinaron en la división de contraespionaje. Los vecinos se apropiaron de sus posesiones. Cuando echaron a los blancos del Kublán, Prischepa regresó a su stanitsa natal.

Era por la mañana, al amanecer, y el sueño de los campesinos se imponía a un agrio y bochornoso calor. Prischepa consiguió una carreta oficial y se recorrió la stanitsa recogiendo sus gramófonos, los barriles para el kvas y las toallas bordadas por su madre. Salió a la calle con un abrigo negro y un puñal curvo en la cintura; la carreta avanzaba tras él. Prischepa fue de la casa de un vecino a la de otro mientras el rastro de sangre de sus suelas se extendía a su paso tras él. En las jatas donde el cosaco encontró objetos de su madre o el chibuquí del padre, dejó viejas rajadas, perros colgados de un pozo e iconos embadurnados en estiércol. Los habitantes de la stanitsa seguían taciturnos la ruta en tanto avivaban sus pipas. Los cosacos jóvenes se dispersaron por la estepa y se dedicaron a llevar la cuenta. Esta crecía: la stanitsa callaba. Al finalizar, Prischepa volvió a la desolada casa paterna. Colocó el desbaratado mobiliario según la disposición que recordaba de su infancia e hizo que le trajeran vodka. Tras encerrarse en la jata, estuvo bebiendo durante dos jornadas, cantando, llorando y destrozando las mesas a sablazos.

La tercera noche, la stanitsa vio humo sobre la isba de Prischepa. Chamuscado y andrajoso, con paso inseguro, sacó a la vaca del establo, le metió la pistola en la boca y disparó. La tierra humeaba bajo sus pies, el anillo azul de una llama asomó a través de la chimenea y se desvaneció, en la cuadra comenzaba a gemir un novillo abandonado. El incendio refulgía como un domingo. Prischepa desató al caballó, subió de un salto a la silla, arrojó al fuego un mechón de sus cabellos y desapareció.


Isaak Bábel, Ejército de caballería (Cuentos completos).

dimarts, 3 de maig de 2022

Aprender a volar

Cómo me molestan estas paredes grises del hospital. Qué débil me encuentro todavía. Me tapo de la luz cubriéndome la cabeza porque me molesta ver. Y yo me alargo, me alargo hacia aquello. He intentado verlo. He empezado a mirar más arriba.

Pero llega mi madre. Ayer colgó un icono en la sala. Susurra algo en un rincón, se pone de rodillas. Todos callan: el profesor, los médicos, las enfermeras. Se creen que yo no sospecho nada. Que no sé que pronto moriré. Ellos no saben que por la noche aprendo a volar.

¿Quién ha dicho que es fácil volar?

En otro tiempo escribía versos. Me había enamorado de una chica. Era en la quinta clase [8 años de edad]. En la séptima descubrí que la muerte existe. Mi poeta preferido es García Lorca. Lo le he leído todo de él: "La oscura raíz del grito". Por la noche, los versos suenan de otro modo. De un modo distinto.

He empezado a aprender a volar. No me gusta este juego, pero ¿qué le voy a hacer?

Mi mejor amigo se llamaba Andréi. Le han hecho dos operaciones y lo han mandado a casa. Al medio año le esperaba una tercera operación. El chico se colgó con su cinturón. En la clase vacía, cuando todos se fueron corriendo a hacer gimnasia. Los médicos le habían prohibido correr y saltar. Y él se consideraba el mejor futbolista de la escuela. Hasta... Hasta la operación.

Aquí tengo muchos amigos. Yulia, Katia, Vadim, Oxana, Oleg... Ahora Andréi.

Nos moriremos y nos convertiremos en ciencia decía Andréi.

Nos moriremos y se olvidarán de nosotros así pensaba Katia.

Cuando me muera, no me enterréis en el cementerio; me dan miedo los cementerios, allí solo hay muertos y cuervos. Mejor me enterráis en el campo nos pedía Oxana.

Nos moriremos lloraba Yulia.

Para mí el cielo está ahora vivo, cuando lo miro. Ellos están allí.


Svetlana Alexiévich, Voces de Chernóbil.