dilluns, 24 d’octubre del 2016

Who are those men?

I grew up thinking that writer and secretary were the same except that a writer usually smelled of cocktails and came more often to meals. They were spoken of the same way when they were not around –except for a species called playwrights who came from the East. These were treated with respect if they did not stay long –if they did they sank with the others into the white collar class.
Rose's office was in the "old writers' building." There was one on every lot, a row of iron maidens left over from silent days and still resounding the dull moans of cloistered hacks and bums. There was the story of the new producer who had gone down the line one day and then reported excitedly to the head office.
"Who are those men?"
"They're supposed to be writers."
"I thought so. Well, I watched them for ten minutes and there were two of them that didn't write a line".

Francis Scott Fitzgerald, The Love of the Last Tycoon.

dimarts, 18 d’octubre del 2016

Samaranch según Segurola


"Samaranch, en términos políticos, ha sido un hombre de muchos pasados. No solo de un pasado sino de muchos pasados. Es un hombre poliédrico. No hace muchos años apareció un libro escrito por un exagente de la KGB, en el que participaba el excampeón del mundo [de ajedrez] Víktor Korchnoi, y en el que aseguraba que Samaranch había trabajado para la KGB, durante su época en Moscú, durante su último año en Moscú. Siempre mantuvo muy buena relación con los servicios secretos y con las autoridades soviéticas. Él fue elegido presidente del COI en Moscú. Yo no sé si esto es cierto pero esto dice qué tipo de personaje es, un personaje de muchos pasados.
Evidentemente perteneció durante su juventud a Falange, y estuvo relacionado con la dictadura. Fue Delegado Nacional del Deporte en los 60, y fue un buen impulsor del deporte en España, de los jóvenes y de las mujeres. Fue el autor de la famosa campaña «Contamos contigo», que fue una popularización del deporte, sobre todo a nivel juvenil, escolar.  Fue una campaña muy impresionante, porque en televisión prácticamente todos los días había anuncios de «Contamos contigo». Fue un hombre que entrevió las oportunidades del deporte, no solo como práctica sino como una articulación del poder. Lo hizo en España y luego en el COI.
Samaranch es una figura trascendental del deporte moderno, se quiera o no se quiera, se le critique o no se le critique. En su elección como presidente del COI en 1980, se impone al irlandés Killanin, que representaba a la vieja guardia, quizá más purista, que pretendía mantener los valores básicos del olimpismo, del barón de Coubertin. No tenía sentido. Samaranch entendió que el mundo, con las nuevas tecnologías, las nuevas telecomunicaciones, con la fascinación que generaban en la audiencia los deportistas profesionales, y no el amauterismo, cambió el paso y consiguió trasladar el mundo profesional al mundo del olimpismo. Llevó la bandera de ese mundo, también la bandera económica, por eso el olimpismo vivió años dorados de dinero. Pero cuando hay años dorados de dinero también hay burbuja y corrupción, que es el problema mayor con el que se enfrentó, con el que se vio involucrado Samaranch. Recordemos que quiso hacer una revolución desde dentro para elegir sedes para una serie de cosas por las que se le cuestionó como gestor olímpico.
Entre los muchos pasados de Samaranch, entre los muchos enemigos que tuvo, fue un personaje muy zarandeado por el mundo anglosajón. Él formó con Primo Nebiolo, presidente de la Federación Internacional de Atletismo, y con Joao Havelange, presidente de la FIFA, lo que se denominó el Triunvirato Latino del Poder, y eso no hacía ninguna gracia en el mundo anglosajón. Él nunca tuvo ningún tipo de complejo en este sentido y trasladó una mentalidad absolutamente empresarial, capitalista a los Juegos Olímpicos.
Con respecto a Barcelona, en mi opinión, los Juegos representan el final de la Transición. No solo por el hecho de celebrarse en Barcelona sino ya la elección de Barcelona. Es una elección que se produce con el primer gobierno socialista, que se produce prácticamente unida con el ingreso de España en la Comunidad Europea. Se cierra definitivamente la Transición democrática y pone fin a los últimos rescoldos del franquismo.
Es una elección que además transforma Barcelona radicalmente. Hay varios méritos de Samaranch en esto: uno, elegir Barcelona y conseguirlo; dos, lo que significa Barcelona como final de la transición política y además una apertura al mundo, la homologación de España en el mundo como un país moderno. De hecho, los Juegos de Barcelona son un éxito clamoroso de organización. Los primeros Juegos desde 1964 sin ningún incidente destacable. No hay problema de doping como en Seúl'88, no hay un problema de boicot como en Los Angeles'84, no hay un problema de boicot del mundo occidental a Moscú'80, cuando los Juegos Olímpicos estuvieron a punto de desaparecer; no hubo el problema del boicot africano como ocurrió en los Juegos de Montreal'76, ni hubo un atentado como en el 72, ni hubo una matanza como días antes en los Juegos de México. 
La ciudad se aprovecha de los Juegos Olímpicos para crear una ciudad absolutamente deslumbrante, y de eso se está viviendo mucho en Barcelona. Son unos Juegos perfectamente organizados. Son unos Juegos que dan una imagen de España muy saludable. Y para mí también son importantes porque son los Juegos del Dream Team, no tan importantes porque vinieran Jordan, Magic Johnson y Larry Bird, sino porque son la consagración del modelo profesional que quería Samaranch.
Es un personaje trascendental en la historia del deporte moderno. Tiene sus luces y sus sombras, pero cambia absolutamente el paso del deporte, y lo inscribe en el deporte de ahora, un deporte global, profesionalizado, un deporte relacionado con el espectáculo y el negocio. Esto es Samaranch en estado puro y se avanza a todos. Es un personaje que genera controversia. Fue fascista, fue embajador en Moscú del régimen franquista pero también del primer régimen democrático. Luego fue el personaje más poderoso del mundo del deporte, y el factor número uno para que Barcelona tuviera los Juegos Olímpicos y para transformar el deporte español. Si esta fotografía es suficiente o no es suficiente para reconocerle en el ámbito que se quiera, que cada uno piense como quiera. Para mí, en el ámbito deportivo, es un personaje esencial en el deporte mundial.
En 1980 nadie quería organizar los Juegos Olímpicos, estuvieron a punto de desaparecer. Los americanos, los alemanes, no acuden a los Juegos como protesta por la invasión de Afganistán. Luego, los rusos lo devuelven con casi todos los países comunistas, excepto Rumanía, y no acuden a los Juegos de Los Ángeles. Fueron los primeros Juegos de Samaranch como presidente del COI. Los Ángeles fue la única ciudad que se presentó para organizar los Juegos. Fueron unos Juegos atípicos, porque por primera vez primó la iniciativa privada. Tuvieron un resultado económico sensacional. A partir de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, poco después cuando es anunciada Barcelona, la ciudad elegida para celebrar los Juegos cobra un prestigio monumental, no ahora, pero por lo menos hasta la reunión de Singapur en 2005, cuando se elige a Londres. Tenían tanto prestigio los Juegos en esos 20 años que organizarlos era una cosa de prestigio político. En Singapur se presentan Londres, París, Moscú, Nueva York, que son las principales ciudades de las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial, y con ellas Madrid. Ahí fue el zénit de lo que es el periodo Samaranch".